Refranes populares de Andalucía - Refranes y dichos populares en español

Los mejores refranes populares de Andalucía y sobre los andaluces.

Cuando un andaluz canta, una pena tiene en la garganta.
Chacina de Jabugo, la mejor del mundo.
La mujer y la tierra, morena.
De Osuna, ni la luna.
Lo olvidao, ni agradecío ni pagao.
La suerte de la fea, la bonita la desea.
Quien en Sevilla vivió y de Sevilla se ausentó, siempre con pena la recordó.
No ni ná.
Lo mejor del mundo es Matarredonda, después van Sevilla, Osuna y Ronda.
De Málaga, vino, pasas, boquerones y batatas.
De la olla de San Francisco, comen cuatro y comen cinco.
No hay cuento soso como el que lo cuente sea gracioso.
El marqués de Santa Cruz hizo un palacio en El Viso, porque quiso.
A contar los frailes que me han dicho que se ha perdío uno.
A Tarifa, la guerrera no se toma como quiera.
Los mandamientos de La Carraca: que cada uno fume de su petaca.
El diablo está en Cantillana, urdiendo la tela y tramando la lana.
Llevar aceite a Andalucía, necedad sería.
Ubrique el petaquero, lleno tiene el mundo entero de petacas y monederos.
Llevar agua a la mar, eso sería desvariar.
Como el que tiene un tío en Graná que ni tiene tío, ni tiene na.
Llevar a Jerez vino, es desatino.
De Rota la tintilla, de Sanlúcar la manzanilla y de Jerez, el rey de los vinos es.
Dame donde me siente, que yo haré donde me acueste.
Olvera, ni por la vera.
No toméis hincha al perro que tiene dueño.
A Cazalla por monas, a Alanís por bogas.
La esperanza no satisface, pero entretiene el hambre.
Mañana voy a Golúcar a ver a San Cayetano, a que me preste dinero para casarme el verano.
Hay quien por buscar un ochavillo gasta un real en cerillos.
Los mozos de Bolaimí, llevan cadena y reló, y hasta deben en la tienda los broches del camisón.
Olé salero, que más vale la gracia que el dinero.
Como la gente de Macael, que si no se echa un brindis se queda sin él.
La campana no va a misa, pero avisa.
Como los burros de Albox, ande tira uno, tiran tos.
Lo hablao se lo lleva el viento, lo escrito queda de asiento.
En Andújar, hombres granujas y mujeres brujas.
Lo frito calentito.
Adivino de Marchena, que el sol puesto, el asno a la sombra queda.
Libro que sale de tu casa, de perderse lleva trazas.
Si vas a Arboleas, pon la capa donde la veas.
Las tres maravillas de Jerez: el vino, el caballo y la mujer.
Cuando fueres a Lebrija, primero pregunta por la madre que por la hija.
Los ojos siempre son mozos.
A fuer de Villamartín, que tiene el vado el más ruin.
Norte oscuro y Ceuta clara, agua mañana.
Estuve en Jaén y ronco también.
Lo que el padre logra, el hijo lo malogra.
Ni en Sevilla, ni en Triana, ni en Jerez de la Frontera, no hay un puente más seguro que el que tiene la Triguera.
Lo olvidao, ni agradecío ni pagao.
En Salteras, pon tu capa donde la veas; que la veas que no la veas, en la mano la tengas.
Más de cenas que de penas están las sepulturas llenas.
En Chiclana me crié, que me busquen en Chiclana, si me llegara a perder.
Lágrimas y suspiros mucho desenconan el corazón herido.
Villanueva del Ariscal, mucho vino y poco pan.
Mujer resuelta, cuernos a la vuelta.
Me voy a Camas, luego a Constantina, luego a Ronquillo y después a Levante.
Los hijos del jugador no tienen que reñir por la partición.
Todos a una, como en Fuenteovejuna.
La Justicia y La Cuaresma, para los pobres son hechas.
De Lora, ni buen viento ni buen casamiento.
No hay mala cocinera con tomates a la vera.
No te fíes de Motril, aunque digan «bien te quiero», pues por una caña dulce mataron a un artillero.
Oración y visita, sabrosa y cortita.
Ser como el cura de Almogía, que quería casorio y capellanía.
El asnillo de Aracena, que cuando más andaba más ruin era.
Los potricos de Jaén que acaban mal y empezaron bien.
El cabrero de Arahal: comía bebía, hacía fiscal y echaba las cabras del garbanzal.
Hidalgo de Baeza, ni pecha, ni siembre, ni come, ni almuerza.
Constantina de la Sierra, ¡quién te pudiera traer metida en la faltriquera como un pliego de papel!
Tres cositas tiene Yebes que no las tiene Sevilla: la Fuente de los Menudos, Cañuelo y la Ventanilla.
¡Soy de Lora, soy de Lora, soy de la rica ribera, donde fabrican el oro y azúcar y la canela!
De Jaén, ni burro ni mujer ni aire que venga de él.
De Martos, con pocos hay hartos; y de Torredonjimeno, menos.
Baeza, el colmo de la fantasía y el no va más de la pobreza.
Andar, andar, y Jabalquinto a la par.
Cuando ladra el perro de Rota, el agua viene que trota.
Cazorla tiene tres cosas que no las tiene Baeza: San Isidro, Montesión y la Virgen de la Cabeza.
Llevar castañas a Galaroza, necia cosa.
Sabiote, el que no es tonto es cipote.
Campanas de Chucena, gañanes a la candela.
En Chucena se le hace una fiesta hasta a una gavilla de sarmiento.
A quien Dios quiere mal, en Córdoba le dio un lugar.
Écija, ciudad bravía y sartén de Andalucía.
En Fuenteovejuna falta aceite y el vino suda.
Como el perro de Écija, que mirando la luna se secó, pensando que era manteca.
Si vas a Brenes, lleva pan para que cenes; y si has de pernoctar, lleva qué almorzar.
Quien en Córdoba ha de morar, ha de poder cavar y arar, cabalgar a la jineta y vivir a la falseta y oír, ver y callar.
En Osuna, allá se me suma.
Cuando Estepa tiene montera, llueve aunque Dios no quiera.
Avellanas con Montilla, almendritas con Jerez, nuececitas con Moriles, y en mi mesa pon los tres.
En Aracena, quien no tiene pan no cena.
Del Genal, la castaña en esportal.
Más largo que la legua de Montoro.
De Málaga el peine para que peine.
Malagueños, o muy listos o muy leños.
Cuando fueres a Brenes, lleva qué cenes y cama en que te eches; si no, negra noche tienes.
En Osuna y Orihuela, todo cuela.
Adamuz, pueblo sin luz.
De Antequera, ni mujer ni montera, y si ello ha de ser, antes la montera que la mujer.
Todas las tormentas van a Carmona.
Todos son tales, los de Árdales.
Málaga cerrada y Guadiana abierta, agua cierta.
En Cantillana el que madruga se levanta de mañana.
Al uso de Arahal, tres borricos encima de un animal.
De Guadalcanal, ni hombre, ni mujer, ni temporal.
En Alganirejo, tocan a misa con un pellejo; y en toda la Alpujarra, con una jarra.
Lorilla, ni por la orilla.
En Benalúa, hay en cada casa una púa.
A Churriana la comparo con el culo de una taza; todas son cuestas arriba hasta llegar a la plaza.
El sastre de Campillo ponía de su casa aguja e hilo.
Malaguita, la de los boquerones y la de los vinos superiores.
A quien quieras mal mándalo a Écija a veranear.
Si llevas dinero a Estepa, que ni el alcalde lo sepa.
Legua por legua, de Úbeda a Baeza.
De gente de Lucena no esperes acción buena.
Los de Bollullos, gustan más de lo ajeno que de lo suyo: uno que mi capa vio, mientras yo dormía me la quitó.
Si te casas en Marchena, Dios te la depare buena.
De Lucena, el vino y las hembras; porque los hombres todos son a cual peores.
Del corazón de una encina nacieron los de Alfarnate: gansos por naturaleza, brutos a nativitate.
Los de Osuna, todos a una.
Viva Segura, que es mi pueblo, San Vicente, su patrón viva la gente morena que morenita soy yo.
Bueno es un amigo en Aroche, pero mejor es el dinero en el cofre.
De Alcolea, ni mujer ni suegra.
Utrera, tierra del dios Baco, cinco mil vecinos y quince mil bellacos.
Badolatosa, por un cuarto se ve la cosa.
En Moguer, sacaron el Cristo a palos, porque no quiso llover.
A los de La Granja, naranja, y a los de Fuenteovejuna, aceituna.
El abad de La Redondela, si bien come mejor cena.
Patarráez a la salida, ventanía.
Cuando Almería era Almería, era Granada su alquería.
En Pruna, de ciento, una; y en Olvera, ni una siquiera.
Pasa verano en Écija y te derretirás como cera.
Tres cosas tiene Cazorla que no las tiene Baeza: San Icisio, Monte Sión, la Virgen de la Cabeza.
El sacristán de Albolote y el cura de Maracena iban cantando y diciendo: Dios nos la depare buena.
Villanueva está en un hondo, y Torafe en una cuesta, bebe vino del finillo que los dineros te cuesta.
En Madrid como en Linares, veinte mulas son diez pares.
Andújar, gente granuja; Arjona, gente ladrona; Arjonilla, gente pilla; Marmolejo, cuerno viejo.
La reina doña Isabel puso sus tiros en Baza y yo los he puesto en ti porque me haces mucha gracia.
Para alcarrazas, Chiclana; para trigos, Trebujena, y para niñas bonitas Sanlúcar de Barrameda.
Estepa, Estepiña, nido de aves de rapiña.
Quien estuvo en Morón jamás volvió.
Los caballeros de Bornos, buenos y pocos.
El que quiera higos de Lepe, que trepe.
Antes brujo que gallego, antes gallego que fraile, antes fraile que de Pitres, porque de Pitres no hay antes.
De Huelma, ni macho ni hembra, ni aire que de allí venga.

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De Sevilla, mano que ve, ojo que pilla.
En Carmona, mucha gente y pocas personas.
Utrera, ni por la vera.
Mollina no es ciudad ni es villa pero es más grande que Sevilla.
Marbella es bella, no entres en ella, quien entra con capa sale sin ella.
La aseada de Burguillos, que le recorría la mierda por los tobillos.
Écija, la del sol ardiente, mucho trigo y mucho aceite, de muy buen humor la gente y aficionadilla al aguardiente.
Esa flor y la de Osuna, no es toda una.
Malagueño y del perchel, mucho cuidado con él.
Ni hombres de Priego, ni orejones de Alcaudete.
El más tonto de Albox, es abogado en Lorca.
Lunes de Triana, martes de Sevilla, miércoles en la cama, jueves al mercado, viernes a misa, sábado a hacer cuenta y el domingo no hay bocado.
Córdoba, cordobeses; aguas frías, mujeres calientes; caballos corredores, hombres traidores; los de caballo, mas no los peones.
De Luque, ni el aire quiero.
Lucena la de los velones, mujeres malas y hombres peores.
El buen perdigón, de la sierra de Morón.
Aguilar y Montilla, Cabra y Lucena; estos cuatro lugares son de la reina, y respondió la reina muy enfadada: Aguilar y Montilla no valen nada.
De Ronda, ni buen viento, ni buen casamiento, ni buena hoz de podar, ni buen buey de arar.
Si vas a Beas pon tu capa donde la veas.
Córdoba, ciudad bravía, que entre antiguas y modernas, tiene trescientas tabernas y una sola librería.
La Virgen de la Fuensanta tiene una huerta en Coín, y tiene sembrado en ella hierbabuena y perejil.
El cura de Morote, viejo chocho y simplote.
La gente del Colmenar, llevan el cuello muy tieso y la pechera calá.
En Estepa, los niños acabados de nacer ya se agarran con las uñas a la pared.
Mal logradas de vosotras, calles de Utrera, en cada puerta un ramo de taberna.
Tres cosas hay en Granada que duran el año todo: nieve en la Sierra Nevada, arrebol para la cara, y en la calle Elvira… lodo.
De Montoro, ni el polvo.
Cuando truena la Cuba en Rota, el agua viene que trota.
Ni pobre sevillano, ni cuerdo toledano.
Cuando Dios vino a este mundo trajo vino para Él, y donde plantó la viña salió el vino de Jerez.
Lloraba la viuda de los Gelves, tocas blancas en años verdes.
Sabrás que vengo de Dilar y te traigo un estadal y unos garbanzos tostados; pero no los probarás.
En Martos, mala gente y buenos garbanzos.
Tocón, corral de vacas, y Bracana, retamar; quien quisiere buenas mozas vaya a Alomarte a buscar.
Caballo y blasón, armas de Morón.
De Cádiz a Judea no es menester marea.
Cachito de cielo como el de Osuna no lo hay en tierra alguna.
¿Qué venden en Gradas? Castañitas mondadas o tostadas.
En Loja la que no es puta es coja.
En Baeza, hidalgos hambrones; en Úbeda, plebeyos con roblones.
Las de Mairena, largas de talle y cortas de piernas.
Viento de Lebrija, agua fija.
El cura de Casares tiene una potra que, cuando monta en ella, se le alborota.
Las gentes de Verjer, si no tocan no ven.
Que tú seas de Sevilla, bien está; pero ser yo de Alcalá ¿no es na?
Quien pillo quiera ser, vaya a Chiclana a aprender.
El templador de Rocío, que templando la guitarra, salió y volvió.
A la entrada de Lucena lo primero que se ve, son las ventanas abiertas y las camas sin hacer.
Pero de Ronda y camueso de Antequera, no caben en una faltriquera.
De Lucena, ni una es buena.
La cuestión es bien sencilla: o Moriles o Montilla.
O eres cordobés o has pasado por Uclés.
La aseada de Villarrasa, que para matar las chinches quemó la casa.
Mollina no es ciudad ni es villa y es más grande que Sevilla.
Écija, la gran solina, donde se derriten volando las golondrinas.
En Chucena quien no lleva pan, no cena, y uno que lo llevó, el cura se lo comió.
De gente de Paradas nada; pero lo que se dice ¡nada!
Antequera está en un hoyo, y Mollina, entre olivares, y la triste de Pedrera no tiene más que una calle.
Año del Condado, año endiablado.
Como el enfermo de Rute, que se comía los pollos piando.
Villa por villa, Carmona en Andalucía.
Viva Trigueros y Huelva y Moguer con su buen vino, y San Juan de Aznalfarache con su rio cristalino.
En Huétor Tájar y en Monachil todos mean y cagan en bacín.
Tres cosas tiene Zuheros que no las tiene Madrid: Charco-hondo, la Atalaya, y la Peña de Parir.
Villa por villa, Osuna en tierras de Sevilla; y otra villa buena, Marchena.
En Salteras, pon tu capa donde la veas; que la veas que no la veas, en la mano la tengas.
Como el alcalde de Trebujena, que se murió de una pesadumbre ajena.
La gallina de Morón, por el pico pon.
Osuna y Estepa, terreno de alcaparreras.
Jarras de Andújar y alcarrazas de La Rambla hacen fresquísima el agua.
Las Casas y Seldortún; Avellanal y Acabajo, forman un ramo de flores que se llama Montellano.
En Cantoria está la gloria, en Fines el primer cielo, en Olula el purgatorio y en Macael el infierno.
Más delito que la Chinchorra de Puente Genil que vendió el coche para comprar gasolina.
A hombre de Ronda, nunca lo creas.
Villanueva del Ariscal, mucho vino y poco pan.
En la Macarena no hay cosa que no sea buena.
Quien a Olvera va, quizás otra vez volviera; pero quien va a Pruna, ninguna.
De Torrox, la caña dulce, y de Nerja, las batatas; de Vélez, el boquerón; de Málaga, las muchachas.
En los campos de Hernán Perea no hay mujer fea.
Aquel que presume de honra es porque carece de ella; aquel que no tiene capa se acuerda de Grazalema.
Lucena, si no la conoces, no tengas pena.
A tres del mes, toros en Jerez.
A la entrada del Padul y a la salida de Dúrcal hay un letrero que die : «La cosa está como nunca».
La torre de Lebrija tiene una cosa: que se tiene derecha como las otras.
Quien capa no lleva se acuerda de Grazalema.
A Sanlúcar, por atún y a ver al duque.
¿Cómo estará Sevilla cuando no quiere trigo?
De Jaén ni mujer ni burra; y en caso de duda, deja la mujer y tráete la burra.
De Caniles a Baza hay una legua, en llegando a la torre no hay más que media.
Para casarse en Darrícal se necesita un telar, en Lucainena una maza y en Cherín un figüelar.
De Medina Sidonia, buenos alfajores y buenas zorras.
Almería, patria mía, puerto de mar venturoso, amparo de los navíos y de los hombres reposo.
Baezanos, tontos y vanos.
En Carmona hay una fuente que tiene catorce caños con un letrero que dice : ¡Viva el pueblo sevillano!
Tres cosas tiene Priego que no las tiene Sevilla: la Fuente Rey, el barroco y las calles de la Villa.
La yesca de Triana arde cuando le da la gana.
En Darrícal nunca llueve porque está el cielo muy alto, pero llueve en Lucainena para cocer el esparto.
Caña dulce de Motril, vino de Granja y agua de Genil.
De Villaluenga, ni el macho ni la hembra.
En Baeza, tanto valen los pies como la cabeza.
Hermosa Virgen de Gádor, que estás al pie de la sierra, ruega por los mineritos que están debajo de tierra.
En Almería, la lluvia es alegría.
Lo mejor del mundo es Matarredonda; después van Sevilla, Osuna y Ronda.
Guadalquivir atrancado y Málaga abierta, agua en tierra.
Salir de Málaga, y entrar en Malagón.
En Cantoria está la gloria, en Fines el primer cielo, en Olula el purgatorio y en Macael el infierno.
En Macarena no hay cosa buena.
Hombre de Mancha Real, hombre bueno y hombre leal.
Quien va a Chiclana, más pierde que gana.
En Guadalcanal, mucha carne y poco pan.
Linares, la flor de los lugares.
En Alcalá de los Gazules canta el cuco cada lunes. Y en todas partes, cada lunes y cada martes.
En Cazalla la manta y en Llerena la falta.
Como el cabrero de Mairena: cabra fuera, peso duro a la montera.
De Úbeda, ni viento ni casamiento.
El que lleva a vender mantas a Algodonales no está en sus cabales.
Cuando Vera influía en la realeza, Pulpí era su dehesa.
Ni compadre de la sierra ni amigo de Atamarchena.
Morón, donde el gallo cacareó cuando sin plumas se quedó.
Tarifa guerrera, en valor primera.
Somontín, Urrácal, Fines y Olula: estos cuatro pueblos los gobierna un cura.
No vayas a Casasola, que trabajas con la luna y allí se cena dos veces y no se almuerza ninguna.
El diablo anda en Cantillana y el obispo en Brenes.
Écija, ciudad del sol, que en verano no gasta carbón.
En el Campo de Gibraltar, trigos en berza y potros por domar.
Buena vega tiene Lujar, y buen zacatín Rubite, y buenas muchachas rubias Oliar y Fregenite.
A Sevilla me he de ir a buscar un sevillano, que los mozos de Madrid mucha paja y poco grano.
Ni enamorado en Morón ni en Sevilla fanfarrón.
A don Penséque y a don Creíque los ahorcaron en la Puebla de Don Fadrique.
En Ubrique, la mosca te pique.
Quien es ruin en Roma, ruin es en Carmona.
El pastor de Chiclana, que se comió el cordero y dejó la lana.
Lapeza es corral de vacas y Guadix un señorío; Darro es un espartal y Diezma un jardín florío.

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